Zidane se movía con la prestancia de un torero. Con una maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas magistrales en un tapiz https://franceshovr750107.izrablog.com/38970069/el-cabezazo-de-zidane-causas-ocultas